Matthijs de Bruijne, Mayo 2003
i oo00
En Agosto de 2002 volví a Buenos Aires. Sabía que la situación había empeorado, pero la diferencia entre cómo la había dejado en Enero y cómo la encontré fue un shock para mí. La devaluación del Peso, la dramática situación económica; fue una cachetada en sus caras. De hecho, el país estaba en bancarrota, el desempleo había llegado a niveles sin precedentes y la pobreza era visible en todos lados, y quiero decir en todos lados. El subte estaba poblado por artistas desocupados, sordos y ciegos, veteranos de guerra minusválidos y una nena casi completamente quemada. Una y otra vez trataban de vender algo o te pedían dinero. ‘No me margines’, estaba impreso en los artículos que ofrecían.
Viví en un área decente, digamos rica; un hermoso lugar para un artista adinerado de Amsterdam. Pero también era un área en donde todos los días al anochecer un hecho bizarro ocurría. Trenes especiales llegaban a mi barrio, llenos de gente de los suburbios empobrecidos. Venían, acompañados por carretas y carritos, para revolver en mi basura. Para buscar algún material valioso, usualmente papel o cartón. Eran llamados ‘cartoneros’.
Ayudados por la Estación Cultural Villa Urquiza, me contacté con ellos. Pasé mucho tiempo con los cartoneros de Urquiza en los últimos meses; trabajamos juntos y nos hicimos amigos. Cada vez más me sumergí en su mundo y una y otra vez tuve que reprimir mi enojo viendo su lucha diaria. Ellos son los que están pagando el precio de sucesivos gobiernos que han fallado y un dogma neo-liberal en decadencia.
En la actualidad, la economía del país está mejorando un poco. Circula más dinero, principalmente de cuentas de gente rica en bancos extranjeros. Sin embargo, no hay muchos cambios para los cartoneros. De hecho, hay más cartoneros, y en consecuencia menos papel para cada persona. Lo peor de la crisis no terminó para ellos todavía.
i

< inicio > objetos > sueños >> como comprar >> contacto liquidacion.org