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Héctor me muestra su carro, orgulloso. Mejoró su construcción con los objetos que encontramos ayer. La bicicleta que pensé que iba a ser para su hija está desarmada en partes y encajadas en el carro. Hasta hay una rueda de auxilio debajo, ahora. "Ya empezás a ser un profesional de verdad", digo, y él sonríe.
Su madre y su hermana también vinieron hoy. La hermana es muy curiosa pero no sabe cómo comportarse. Hace las preguntas más idiotas y se queda mirándome. A Héctor no le gusta para nada la situación. "Portate bien", la reta, luego de que me preguntó si hablaba europeo. Definitivamente se siente avergonzado por su hermana.
Ludmilla, su hija, viene hacia mí corriendo. Al mismo tiempo una carreta detrás de mí comienza a moverse. La empujo; la criatura estaba casi debajo de la carreta. María y Héctor respiran profundo, no es la primera vez que su hija está casi debajo de un vehículo. En un año ya puede empezar el jardín de infantes.