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Carlito está jugando al truco. Normalmente cuando vengo me pide un peso, 20 centavos o un chicle. Pero cuando juegan truco no prestan atención a otra cosa. Es joven, supongo 14, tal vez 15 años. Probablemente no haya más educación para él.
Voy a la otra punta de la estación de Belgrano R para encontrar a Lorena. El hombre extraño está ahí de nuevo; compra cartuchos de tinta usados. Definitivamente no le caigo bien; soy un intruso, un peligro para su negocio.
Los cartoneros le dan una bolsa que creen es para él. Pone la mano dentro y saca un consolador. Se sorprende, piensa que los cartoneros lo están cargando. Los chicos no paran de reír.
Los consoladores eran para mí, los que encontró Lorena el primer día que estaba cirujeando. Los chicos comienzan a jugar con ellos y los transeúntes aceleran su paso. La cartonera de 12 años de edad viene y saca directamente el consolador más grande que hay y lo pone frente a su boca. "Hmmmm", dice jadeando.